Un sable láser a la cintura impresiona lo suyo. Una pistola de rayos resulta intimidante y proporciona seguridad. Las armaduras y los campos de fuerza están muy bien, y por descontado, una buena nave espacial da prestigio y hace que las chicas te miren con otros ojos.
Pero nada de eso es imprescindible para viajar a las estrellas. Lo que de verdad importa es que lleves contigo una toalla. ¡Sí, una toalla! ¡Como lo oyes!
Y no lo digo yo, sino el libro más vendido y famoso de todo el universo: “Guía del autoestopista galáctico”.
¿Qué estoy diciendo?
Bueno, para que lo entiendas bien, deben darse ciertas circunstancias extraordinarias.
Primero la Tierra debe ser destruida por una raza alienígena que planea construir una autopista hiperespacial. Por supuesto, deberás sobrevivir, Sino la cosa no tendría gracia.
¿Cómo?
Bueno, ahí entra tu mejor amigo, ése al que siempre pagas las copas, que resulta ser un extraterrestre. Él te salvará del desastre haciendo autoestop y colándote de polizón en un platillo volante.
Después deberás unirte a un insensato pirata espacial, que da la casualidad que también es el Presidente de la Galaxia y que ha decidido secuestrarse a sí mismo para robar la nave más portentosa jamás construida. También hay un robot depresivo, un constructor de planetas de encargo y dos ratoncillos blancos.
Y, desde luego, está la única chica humana que queda en todo el universo, que por cierto, es muy guapa.
Juntos deberéis completar la búsqueda del planeta perdido dónde se encuentra el Ordenador que resolverá todas las dudas y que responderá a la pregunta fundamental: ¡ésa que habla sobre la vida, el universo y todo!
Así que ya sabes. Ten lista una toalla y prepárate para el viaje.
Y si te sientes inquieto o algo alterado con tanto ajetreo sideral, harías bien en hacerte con la “Guía del autoestopista galáctico”, fuente de todo el saber del tiempo y el espacio. En su portada electrónica, brilla la siguiente leyenda: “¡Que no cunda el pánico!”
Tenlo presente.
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