La guerra de las salamandras – (Válka s mloky – Karel Čapek – 1936)
Cuando un libro es capaz de pasarse por el forro las inclemencias del tiempo y parecer tan actual hoy como hace cien años, algo tendrá, y bien merece que se le conceda la categoría de “clásico”, en el mejor y más respetuoso sentido de la palabra. Pero si además lo hace destilando estilo y humor por los cuatro costados, me veo obligado a reservarle un espacio en el estante de los “imprescindibles”.
Tal es el caso de esta delicia de novela del Sr. Čapek, autor al que, con la ayuda de su hermano, le debemos la creación de la palabra “robot”, palabro que popularizó a través de una obra de teatro suya estrenada en 1920 bajo el título de R.U.R. (Robots Universales Rossum). Pero vamos con las salamandras…
El capitán holandés Van Toch es un viejo lobo de mar que se dedica a recorrer islas del Océano Índico recolectando perlas para una compañía afincada en Amsterdam. En uno de sus viajes, el azar le llevará a descubrir unos anfibios del tamaño de un niño que caminan sobre dos piernas, una especie de salamandras inteligentes capaces de aprender a manejar herramientas e incluso a hablar.
Ni corto ni perezoso, Van Toch entabla relaciones con ellas, les enseña a defenderse de los tiburones, y, poco después, logra convencer a un filantrópico empresario para transportarlas a diferentes islas con la idea de que le ayuden a conseguir más perlas.
El caso es que las habilidosas y pacíficas salamandras acabarán haciéndose muy populares en un mundo de entreguerras inmerso en un desbocado progreso tecnológico. La industria no tardará en aprovechar el potencial de las salamandras, y las potencias europeas no dudarán en utilizarlas para impulsar su producción, extender sus territorios, e incluso actualizar sus fuerzas armadas. Para ello, dotarán a las salamandras de conocimientos, herramientas, armas y lo que haga falta… ¿Qué puede salir mal con tan bien dispuestas criaturas?
Con este planteamiento, y a base de sátira y de un humor tan incisivo como exquisito, el autor no deja títere con cabeza, mofándose de temas que hoy siguen interesando tanto o más que entonces (¡está escrita en 1936!): igualdad de derechos entre animales y humanos, la nación y el idioma, la globalización de la cultura, el papel los medios de comunicación, el afán de supremacía, las carreras de armamento, raza y religión, cultura, educación, economía, política…
Nada ni nadie escapa, desde el codicioso empresario o el paladín del activismo animalista hasta los detalles más íntimos del comportamiento humano.
Divertido hasta el absurdo, no sería de extrañar que tú, amable lector, te sorprendas reflejado en este ácido retrato…
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