Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco (Tales from the White Hart – Arthur C. Clarke – 1957)
Ciencia ficción entre amigos
En un ignorado callejón de Londres se encuentra la taberna del Ciervo Blanco. Si por casualidad tropiezas con ella y además es miércoles, entonces estás de suerte. Porque todos los miércoles por la tarde se reúne allí un heterogéneo grupo de escritores, editores, periodistas, científicos y forofos de la ciencia ficción.
Uno de sus miembros más insignes es Harry Purvis que, aunque no sea escritor, se distingue por ser el mejor narrador de la taberna. Todos sospechan que se trata de un farolero de gran talento, pero jamás ha podido comprobarse porque las historias que cuenta, si le invitas a una copa, son tan extrañas e inverosímiles que resulta inconcebible que alguien haya sido capaz de inventarlas.
Oh, Harry Purvis es astuto como zorro, carismático, elocuente en su oratoria, y tiene una sólida formación en ciencias, así que resulta difícil cogerle en un error. Al menos mientras se bebe su copa y se marcha sin pagar.
Y, aunque así fuera, aunque alguno de los expertos de la taberna detectara un fallo en sus historias o teorías, están son tan interesantes y divertidas…
Como cuando explicó aquella sobre la máquina que producía silencio, o la que iba sobre un tipo que controlaba la mente de ciertos invertebrados. Ah, y no olvidemos la del científico que descubre como grabar vivencias personales y sensaciones… y alguien se dedica a usarlas en el negocio del sexo. Y aquel tipo que trabajaba en Hollywood diseñando efectos especiales para películas baratas de ciencia ficción, y que por casualidad inventa un arma de rayos que funciona de verdad. Y la del hombre que busca la melodía ideal, o la del loco que construye una inteligencia artificial para el ejército, que resulta ser pacifista; y aquella otra sobre un científico japonés que, después de que las bombas nucleares estallaran en su país, decide que el ser humano está condenado y se dedica a enseñar mecánica a las termitas; y la historia del barco que araba el mar en busca de minerales, la del iceberg que casi llega a Florida; o aquella otra vez que habló de una campo anti-gravedad en el desierto australiano…
Por suerte para aquellos que nunca pisaron la taberna, el gran Arthur C. Clarke recogió todas esas historias en un librito entrañable, irónico y muy divertido, donde trata con gran desparpajo temas como el pánico nuclear, la escalada armamentística, los peligros de la ciencia mal empleada, la guerra de sexos, el arte de los buenos cuentistas y las virtudes de juntarte con unos buenos amigos a tomar algo y charlar.
Así que ya sabéis, si en un ignorado callejón de Londres os tropezáis con la taberna del Ciervo Blanco, no lo dudéis, entrad. Quizás escuchéis una buena historia de ciencia ficción.
Mientras tanto, podéis leer este libro.
Y brindar por Harry Purvis y Arthur C. Clarke.
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