Person of Interest

Estaréis de acuerdo conmigo en que, en estos tiempos que corren, los sistemas de vigilancia tecnológica dan muchísimo juego y protagonizan desde los más acalorados debates sobre la privacidad hasta las más fabulosas conspiranoias tramadas bajo la excusa de preservar la seguridad de los ciudadanos frente a amenazas tan inquietantes como el terrorismo de todo pelaje.

Bien. Teniendo ese ambiente en la cabeza, os cuento de qué va «Person of interest»…

Harold Finch es un misterioso multimillonario neoyorquino –teóricamente, está muerto– que ha desarrollado un programa informático para anticipar amenazas terroristas a partir de millones y millones de datos obtenidos de la cámaras de vigilancia repartidas por todo el mundo y de la actividad de toda la Internet. La máquina hace tan bien su faena que, además, se entera de las amenazas que sufre la gente corriente y en las que su vida corre peligro. Sin embargo, este tipo de amenazas, para el gobierno, son irrelevantes.
El Sr. Finch, pues, con la ayuda de «la máquina» decide dedicarse por su cuenta y riesgo a intentar resolver los problemas de toda esa gente corriente cuya vida corre peligro inminente.
Para llevar a cabo su misión, contrata a un brazo ejecutor que se ocupe de los aspectos prácticos de las investigaciones sobre el terreno. El elegido es John Reese: un antiguo boina verde y operativo de la CIA que, hecho unos zorros por su vida personal, vive como un vagabundo bajo los puentes de New York. Ni qué decir tiene que el Sr. Reese es un tipo con recursos y reparte cera como si no hubiera un mañana…

Así, con estos dos señores y «la máquina», nos vamos metiendo en una trama cada vez más compleja, intrigante y entretenida… Al principio, en cada episodio, la cosa se limita a que la máquina les proporciona el número de la Seguridad Social de una persona, que está implicada en un suceso criminal que va a producirse –pero no saben si como víctima o como perpetrador– y con sus respectivas pericias, entre intrigas, suspense, triquiñuelas tecnológicas y sopapos, resuelven los asuntos. Pero, claro, con los pollos que monta el Sr. Reese, enseguida llama la atención de la policía de New York: ¿quién demonios es ese misterioso personaje que va por la ciudad resolviendo entuertos antes de que sucedan?

Cuando empecéis a verla, sed pacientes, dejad que la historia avance, porque, a partir de ahí, la cosa se anima, se desboca hasta puntos inimaginables, muchas veces llevados hasta extremos humorísticos; empiezan a añadirse personajes que no tienen desperdicio, tanto los «buenos» como los «malos», personajes a los que iremos conociendo cada vez más –incluida «la máquina»…– y que os tendrán con el corazón en un puño capítulo tras capítulo.

Y por lo demás, no hay de que preocuparse: la máquina vigila…

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