El hombre invisible (The Invisible Man – H. G. Wells – 1897)
¿Hasta dónde alcanza el poder de una persona invisible?
Las respuestas se agolpan en nuestra cabeza, imaginando mil y una posibilidades… y no todas legales o de buen gusto.
Ésta fue la primera cuestión de índole práctica y ética que el señor Griffin se planteó cuando comenzó sus investigaciones acerca de la densidad de la luz y, sobre todo, cuando, como resultado de sus experimentos, consiguió desaparecer de la vista de todos. El último ensayo que había realizado fue con la gata de la vecina, con un resultado no del todo satisfactorio, así que, desesperado, decidió ser su propia cobaya. Y logró su objetivo, vaya si lo consiguió.
Poco a poco su cuerpo, como si fuera de cristal, fue volviéndose transparente: músculos, venas, arterias y huesos… hasta convertirse en un hombre completamente invisible. Se podía ver a través de él, no absorbía ni reflejaba la luz y podía campar a sus anchas por Londres con total impunidad.
Sus problemas se habían acabado: había conseguido demostrar empíricamente su teoría sobre la densidad óptica. Sería un reputado científico y podría solucionar su maltrecha situación económica. ¡La fama y la gloria le estaban esperando!, pero el señor Griffin no contaba con algunos importantes impedimentos a su recién estrenada condición de “transparente”.
Era invisible cuando iba desnudo e Inglaterra es tierra de frío, humedad y nieve. Pensó en ponerse algo de ropa, pero debería estar envuelto completamente para que no se viera ni una porción de su transparente piel o llamaría la atención. Tampoco podía comer en público ya que, hasta que digería la comida, ésta se vería siendo masticada y tragada mientras “flotaba” en el aire. Se había convertido en un monstruo que, condicionado por su propio poder, debía huir de todos.
Y, por último, ser un hombre invisible te da un poder sobrenatural para poder hacer lo que quieras oculto a los ojos de los demás por lo que puedes convertirte en un ser despiadado, impune y, en apariencia, invencible. Estarás totalmente incomunicado, no podrás hablar con nadie ni tener amigos, familia o pareja. ¿Podrías soportarlo sin volverte loco?
Preguntadle al señor Griffin la próxima vez que lo veáis, y vigilad vuestra espalda.
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