Cánticos de la lejana Tierra (Songs of Distant Earth – Arthur C. Clarke – 1986)
Cuando uno lee a Arthur C. Clarke, autor de Cita con Rama o La ciudad y las estrellas, más que leer las palabras es como presenciar la historia mientras la voz del autor flota en el aire y uno descubre nuevos mundos, maravillado de lo vasto que es el universo.
En Cánticos de la lejana Tierra, esa sensación se produce de nuevo. Somos testigos del éxodo espacial de la raza humana a otros planetas ante la imparable destrucción del Sistema Solar, debida a que el Sol se convertirá en una supernova. Los humanos se afanan en construir naves semilla con embriones congelados para enviarlos a planetas supuestamente habitables a años luz de distancia, con la intención de perpetuar la especie. Envían tantas como pueden, y la última de ellas es la Magallanes, que llegará a Thalassa.
Thalassa es uno de los planetas donde aterrizó una nave semilla anterior. Compuesto mayormente de agua, su población habita en un archipiélago, en un ambiente pacífico y justo, sin religiones ni misticismos, y parece que no les ha ido nada mal. La novela empieza en el momento en que avistan un vehículo volador y entran en contacto amistoso con la Magallanes.
La nave recién llegada, más avanzada tecnológicamente que sus predecesoras, porta en modo hibernación los restos de la humanidad tras la desaparición del Sistema Solar. Se ha despertado al personal suficiente para cumplir la misión de hacer una parada en Thalassa a recoger hielo antes de su destino final, en el planeta Sagan 2. Clarke nos va explicando, con tranquilidad y saber hacer, la historia y las implicaciones de este encuentro entre parientes lejanos, además de los últimos años de la añorada Tierra y el destino de sus descendientes.
En Cánticos de la lejana Tierra encontramos un futuro para la humanidad más allá de nuestras fronteras. Vale la pena averiguar cómo es ese futuro. Una lectura muy recomendable para los que gusten de especular con optimismo.
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