Los tejedores de cabellos (Die Haarteppichknüpfer – Andreas Eschbach – 1995)
En un mundo semidesértico, con una civilización anquilosada en antiquísimas tradiciones y con escasos avances tecnológicos, la economía de decenas de miles de planetas gira en torno a un oficio: el de los tejedores de cabellos. Hombres que dedican su vida a tejer alfombras empleando para ello los cabellos de sus mujeres.
Si esto te suena extraño, sólo acabamos de empezar.
El fin de este laborioso trabajo es vestir los suelos del palacio del emperador con estas alfombras que, una vez terminadas, son vendidas a unos mercaderes espaciales que las llevan a la morada imperial. Con la suma ganada, el artesano da por terminada su obra y le cede el testigo a su único hijo varón, el cual gozará toda su vida de esta renta mientras teje su propia alfombra de cabellos.
Nadie ha visto jamás al emperador en persona, ni su palacio, ni dónde acaban sus alfombras; pero la religión creada en torno al culto de este inmortal ser supremo impedía que ningún humano se hiciera estas preguntas; hasta que llegaron los rumores de que el emperador había sido derrocado. Con este planteamiento inicial, los interrogantes se fijan desde las primeras páginas y nos acompañan buena parte de la obra, cuyo apabullante final es ingenuo y formidable a partes iguales. El acentuado contraste entre este “banal” argumento con la arrolladora fábula intergaláctica, responde a la metáfora que sirve de excusa para el escenario que nos presenta el autor: una parábola acerca del ser humano, sus pasiones, sus diatribas y sus anhelos.
La novela está compuesta por una concatenación de historias particulares de toda una pléyade de personajes (un tejedor de cabellos, una mercader ambulante, un maestro, un sacerdote, un soldado…), cuyas vidas nos van describiendo el modo de sobrevivir de los habitantes de este inhóspito planeta. Historias crudas, embargadas de sentimiento y tragedia que muestran sin pudor la involución del ser humano en un lejano futuro. Este gusto por el detalle, por plasmar los desdichados sentimientos y las miserias de los personajes, es uno de los mayores aciertos de Los tejedores de cabellos, porque limita las posibilidades de que el lector atisbe la magnificencia del trasfondo argumental, mientras es pintado, con exquisito gusto, el cuadro cuyo marco todavía le es ignoto. Cada cambio de capítulo, enlaza con personajes anteriores, generado de esta manera un universo coherente y familiar.
Esta obra nos presenta un tapiz de historias y nos plantea el reto de deshacer su urdimbre, poco a poco, deleitándonos con cada capítulo, hasta desenmarañar el secreto que ocultan los tejedores de cabellos.
You might also like
More from Libros
Marciano, vete a casa
Marciano, vete a casa (Martians, Go Home - Fredric Brown - 1955) Eran las primeras horas de la tarde del jueves …
La guerra interminable
La guerra interminable (The Forever War – Joe Haldeman – 1974) La Tierra ha estado librando una guerra interplanetaria tras un …
La Máquina se para
La Máquina se para (The Machine Stops – E. M. Forster – 1909) La tecnología, las máquinas, siempre han sido asociadas …